miércoles, 28 de octubre de 2009

Sobre la Naturaleza de los Ángeles, Primera Parte


¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que seran herederos de la salvacion? (Hebreos 1:14)

La palabra Ángel, deriva del griego, Angelos, cuyo significado es Mensajero. La palabra hebrea para ángel es Malak que también significa Mensajero. Los ángeles son espíritus puros, sin ningún elemento material. Como no están limitados por un cuerpo material sujeto a la carne imperfecta, no mueren. En términos modernos, podríamos llamarlos seres de "otra dimensión" o de una excelente substancia constituyente más elevada que el hombre. Los ángeles no son fuerzas impersonales. De acuerdo con las Escrituras, mucho antes de la creación del hombre Dios creó una innumerable compañía de seres llamados ángeles.

Se deduce que los ángeles fueron creados todos simultáneamente y fueron un número considerable (He. 2:22; Rev. 5:11). Ellos tienen todos los elementos esenciales de la personalidad, incluyendo inteligencia, libre albedrío, responsabilidad moral, voluntad y sensibilidad o emociones, y son capaces de adorar inteligentemente a Dios (Sal. 148:2). También son responsables de la calidad de su servicio y de sus elecciones morales. Tienen cuerpos de un orden espiritual (1 Co. 15:44), aunque a veces ellos pueden ser vistos en cuerpos y aparecer como hombres cuando con debidas autorizaciones se materializan (Mt. 28:3; Rev. 15:6; 18:1). No experimentan aumento en su número a través del nacimiento ni la experiencia física de la muerte o la cesación de la existencia. De este modo, en tanto que ellos son similares al hombre en personalidad, difieren del hombre en características muy importantes.

Los ángeles son seres espirituales dotados de entendimiento, gran poder, voluntad y una gran inteligencia. Su entendimiento no tiene necesidad, como el nuestro, de discurrir, deduciendo una verdad de otra a fuerza de raciocinio. El ángel posee la facultad de penetrar de un solo golpe toda la verdad de las cosas, sin tener que dividirla en una serie sucesiva de conclusiones. Mientras que los hombres conocemos a través de lo que nos suministran los sentidos corporales y esforzarnos por entender, los ángeles en cambio, recibieron de Dios en el momento mismo de su creación, muchas de las ideas cognoscitivas de las cosas, de tal suerte que los ángeles fueron adornados desde el primer momento de su existencia de una ciencia más perfecta que la del más sabio de los hombres. En otras palabras, el conocimiento de los ángeles es exclusivamente intelectual, las “ideas” les fueron dadas por Dios y no necesitan abstraerlas de la experiencia sensible, cosa que el hombre tiene que hacer. Sin embargo, cuando aparece algo nuevo, o el ángel desea aprenderlo, puede hacerlo de golpe, como si de un supercomputador se tratase que escanea todo. Ésta capacidad los vuelve artífices de logros como poder imitar totalmente a una persona. De hecho, ciertos ángeles rebeldes se han especializado en imitar a los difuntos (personas muertas con sus rasgos exactos y voces), y a seres de otros planetas.

Asimismo, esta ciencia infundida por Dios, no es igual en todos los ángeles, sino que es proporcional a la perfección natural que cada uno tiene. Por lo tanto, el ángel se conoce, en primer lugar, a sí mismo de una manera inmediata y constante. Es decir, se ve a sí mismo intuitivamente y sin interrupción. En cambio el hombre, en la presente vida, no conoce así su propia alma por la misma dependencia que tenemos en nuestro conocimiento de los sentidos del cuerpo. Asimismo, los ángeles se conocen entre sí y también a los demás ángeles, y por su inteligencia natural tienen también cierto conocimiento de Dios, como en un espejo, en cuanto a que la naturaleza angélica puede ser el espejo de la naturaleza Divina en menor grado.

Los ángeles conocen las cosas materiales y ningún detalle de esas cosas escapa a su conocimiento. Por su sola inteligencia el ángel conoce todo e inmensamente mejor que lo que el hombre pueda llegar a conocer por el ejercicio pleno de todas sus facultades. De esta manera, mientras que el hombre pasa lentamente de lo conocido a lo desconocido y se remonta de los efectos a las causas, el ángel (y los demonios rebeldes) no necesita razonar, porque comprende inmediatamente y capta los efectos en las causas, las conclusiones en los principios y simultáneamente todos los aspectos de un objeto sin tener que componer ni dividir. Esto hace que cuando un ángel toma una desición no eche marcha atrás, porque el arrepentimiento y la indecisión son parte de los seres humanos imperfectos. Por lo tanto, los ángeles no pueden arrepentirse cuando ejecutan sus actos. Son perfectos en sus acciones, aunque éstas provoquen daño, como en el caso de Satanás.
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Además, los ángeles poseen una ciencia perfectísima de todas las cosas materiales y sensibles, de toda la estructura del universo, del modo como se formaron los astros y planetas y de sus movimientos y sus revoluciones; de todos los elementos y fuerzas naturales, de las leyes físicas que rigen la actividad de los cuerpos; de los secretos de la naturaleza y de las propiedades ocultas de los minerales y las plantas; de los misterios de la vida y de la formación y condiciones de todos los organismos y del maravilloso hombre mortal. Este conocimiento gradualmente ha sido dado sin permiso al hombre imperfecto, con el fin de crear una civilización rebelde exitosa. No obstante, a pesar de éstas ventajas, los ángeles no conocen muchas cosas. Hay asuntos reservados para las Altas Jerarquías y solo Dios.